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Javier Mestre (Madrid, 1967) nació de una pareja de catalán y vasca. Es el mayor de tres hermanos, dos chicas y él. Se crio en Valencia, hizo el COU en Alaska y regresó a Madrid para estudiar Periodismo, allá por 1985. Ya a partir de quinto de carrera comenzó una trayectoria como periodista en diferentes lugares y empresas, a veces en la precariedad más absoluta, a veces sufriendo explotación con contrato en empresas que no reconocían nunca una hora extra ni límites en los días de fiesta en los que seguir trabajando. Años después, decepcionado, huyó del periodismo. Fue furgonetero, encuestador, traductor de software, profesor de español para extranjeros… lo que se terciara. Con la ayuda de su familia, decidió escapar de la precariedad y se puso a estudiar oposiciones de secundaria. Se enroló en el doctorado de Lingüística Teórica de la Fundación Ortega y Gasset. En 1998 aprobó las oposiciones por la especialidad en Lengua y Literatura. En 1999 se casó con Manuela. Ahora tiene dos hijos en edad de merecer y una vida más o menos tranquila y segura en un rincón de la España que se va vaciando.
En 2011 salió su primera novela, Komatsu PC-340, en la editorial Caballo de Troya. Es una historia de amor y luchas situada en las obras de soterramiento de la M-30 de Madrid. Contactó con Rafael Chirbes, con el que entabló una amistad que truncó prematuramente la muerte del maestro en 2015.
En 2014 se publicó su segunda novela, Made in Spain, también en Caballo de Troya. La protagonizan un tipo extraño y la fábrica de zapatos que hereda de sus padres. A Chirbes le gustó aún más que Komatsu. En cuanto salió una crítica/ desfavorable en Babelia, el maestro llamó por teléfono a Javier y le dijo: “No te preocupes para nada. A mí también me hicieron algo parecido con Mimoun”.
Escribir la tercera novela no le ha sido fácil. Se metió en Podemos en 2015 y se dejó la vida en las tareas ingratas de una militancia apresurada y absorbente. Trataba por entonces de consolarse pensando en Armando López Salinas, que abandonó la literatura para consagrarse a la lucha clandestina en el PCE de los sesenta. En 2017 no pudo más y abandonó el partidito. En 2018 parió Fábricas de cuentos.
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